domingo, 23 de octubre de 2011

Programa 43/11 del 23 de Octubre del 2011

SUICIDIO Y VEJEZ
Invitado: Psic. Fernando Quintanar Olguín


Aún cuesta trabajo hablar de suicidio, no es un tema fácil, se le pueden dar varias lecturas, varios enfoques, pero no deja de ser inquietante. Por una parte porque en México las estadísticas muestran un aumento sostenido del número de casos de intento de suicidio y de suicidio consumado, este último con mayor incidencia en los adultos mayores; por otro lado podemos observar con preocupación que las condiciones socioculturales que favorecen el comportamiento suicida se agravan, tanto en jóvenes que no ven un futuro alentador para sí mismos, como en ancianos que su presente es desolador y sin esperanzas.
Socialmente se ahondan las carencias de apoyo real para los viejos, en particular aquellos que viven con grandes perdidas físicas, económicas y espirituales; incluso parece que los tejidos familiares que contengan la soledad y el aislamiento se debilitan y diluyen, dando paso a la depresión y a otros factores que aumentan la posibilidad de dejarse morir o quitarse la vida.
Y nuevamente como en otros casos se apela a la familia  y las redes sociales de apoyo para paliar los efectos que una sociedad individualista y materialista tiene sobre ancianos vulnerables, es importante detectar comportamientos y algunos signos de alerta cuando se empiezan a instalar y manifestar pensamientos de muerte en los viejos, algunos de ellos pueden ser el aislamiento, el mutismo, la apatía y los cambios de rol súbitos; y la principal recomendación es entablar comunicación y diálogo, así como tratar de integrar a los viejos en actividades que los hagan sentir autorealizados y valorados.
El fenómeno del suicidio en ancianos también se relaciona con una idea de haber concluido ciclos, algunas fechas memorables pueden ser el disparador para pensar en la muerte, pero sobre todo el principal motivador es la percepción de ser una carga y un dolor para sí y para los otros. De ahí la importancia de fortalecer la autoimagen y la autoestima.
Sin embargo, al margen de debate bioético, existen casos de situación extrema en que el deseo de morir no tiene una base autodestructiva sino una liberación del dolor y el sufrimiento; en favor de la dignidad humana,  precisamente ahí en el deseo de una muerte digna.
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